Reflexionemos: ¿Cuál será la causa?
Entre las posibles causas, hay una que es común: Ha faltado la planificación que permite llegar a la meta. Esta meta es un proyecto de vida algo así como el camino hacia una vida, con sentido y propósito. Pero la meta debe ser flexible, pues conviene permitir variaciones en las estrategias que se usen para alcanzarla. Cuando se logra, nos sentiremos realizados y podremos seguir trabajando para lograr otros propósitos.
Si quieres elaborar tu proyecto de vida debes tomar en cuenta varios aspectos, entre ellos:
Una misión: que comprende los propósitos, las tareas y los participantes que intervendrán en él. Esto genera compromisos con la familia, los amigos y la comunidad, el estado y el país, y a su vez la posibilidad tanto de recibir el apoyo de todos como de nuestra mayor disposición para recibirlo.
Una visión: que permita proyectarnos, ver imágenes (como en una película) donde nos vemos a futuro. Por ejemplo: preguntarnos, dentro de 10 años... ¿con quién quiero estar?, ¿Qué me gustaría estar haciendo?, y... ¿cómo me quiero sentir?
Unas metas: son los logros que se desea conseguir. Las metas propuestas deben siempre conducir a elevar la AUTOESTIMA es como decir elevar nuestra moral, para ser mejores ciudadanos, viviendo en paz y felicidad, con nosotros mismos, en nuestra vivienda, como padres cuando lo seamos, y que todo lo que se consiga sea el producto de nuestro propio esfuerzo.
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